EL RUMOR

miércoles, 14 de enero de 2009

España y la energía (The energy and Spain)


El actual conflicto del gas que sustentan Ucrania y Rusia, que de forma indirecta está afectando gravemente a un buen número de países europeos, facilita hacer una reflexión acerca del modelo energético de nuestro país, en previsión de situaciones análogas que pudieran, esta vez sí, perjudicarnos.

España tiene serias carencias de recursos energéticos, y los pocos que guarece nuestro subsuelo resultan costosos de extraer o poco rentables de transformar. Esta coyuntura ha propiciado que nuestro país se haya puesto a la cabeza en la potenciación de las llamadas energías sostenibles (además nuestro clima y orografía lo facilitan). Es un camino que tenemos que apoyar, pero que tardará años en dar frutos y en ser verdaderamente provechoso. Entretanto, vivimos a expensas de terceros (con niveles de dependencia que rondan el 85%, muy por encima de la media de la OCDE), lo que significa que tanto el suministro como el coste de la energía que consumimos depende, a fin de cuentas, del capricho de los estados productores (la mayoría de ellos con gobiernos, como mínimo, de dudosa fiabilidad).

Entonces, ¿qué podemos hacer? Seguir apostando por energías renovables nos hará en el futuro próximo un país de referencia en estos recursos, por lo que por ahí hemos iniciado una buena senda. Pero, ¿y para los próximos 15 ó 20 años qué? Es seguro que gas y petróleo seguirán siendo en las siguientes dos décadas los principales resursos energéticos, y nosotros carecemos de ellos. ¿Hay alguna alternativa a corto plazo? Sí, la energía nuclear. Los progresistas nos hemos resistido durante años a esta alternativa, y el gobierno de Zapatero, en consonancia con las ideas de su electorado, está dando pasos para desmantelar paulatinamente las pocas centrales nucleares de las que hacemos uso. Pero los españoles seguimos necesitando la electricidad, y no estamos dispuestos a renunciar a su consumo (al contrario, lo incrementamos año a año). Mientras nos deshacemos de las centrales nucleares (¿tan dañinas?) en pos del ecologismo, no dudamos en plagar nuestros paisajes de generadores eólicos (que además de provocar un daño estético afectan al ecosistema, principalmente a vegetación y aves) o, en el súmmun de la hipocresía, comprarle a Francia energía eléctrica, ¡producidad en sus numerosas centrales nucleares!

España como país debe plantearse su modelo energético, no sólo a largo plazo (que lo está haciendo) sino también a corto. La energía nuclear es la solución más factible, económica, limpia y rápida para un país como el nuestro, extraordinariamente dependiente en esta materia. Desde El Editorial , y a pesar de nuestra posición progresista, sugerimos darnos de cuando en cuando un baño de realidad, si no deseamos naufragar en el fariseísmo.

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